Las mujeres hoy en día sienten una presión constante de mejorar y pueden sentir que nunca son «suficientes». Viven sus vidas diarias desalentadas, decepcionadas y desilusionadas. Esto sucede porque el gozo no viene por tener una nueva estrategia de automejora, sino por arraigar su identidad en quien Dios dice que la mujer es y lo que ha hecho por ella.
Este libro anima a las mujeres a desviar sus miradas de ellas mismas para encontrar la vida abundante que Dios les ofrece, lo cual contrasta el énfasis cultural de la superación personal y el empoderamiento con lo que la Escritura dice sobre una vida arraigada, construida y establecida en el evangelio.